Esta es la analogía que realiza la Psicóloga Susan David, Ph.D. sobre las emociones. Las emociones son como ese delicioso pastel de chocolate que está en tu refrigerador, mientras más intentes ignorarlo, mayor poder tiene sobre ti .
Las investigaciones han descubierto que cuando suprimes una emoción, cuando la pones a un lado o la ignoras, esta se vuelve más y más fuerte.
Tal vez pienses que porque ya pasó, ya no sigue latente en tu cuerpo ni en tus pensamientos, pero la realidad es otra, de lo contrario ¿cómo explicarías las sobrerreacciones que hay en tu día a día? Por ejemplo, una cajera gritándote, tú gritando en pleno tráfico, tu pareja exhaltándose por algo muy sencillo, tu hij@ porque ya se le hizo tarde o llorando con singular alegría sin saber el porqué. A veces no entendemos por qué en ocasiones las personas o nosotras mismas sobrerreaccionamos ante una situación que en ese momento tiene sentido, pero cuando pasa y te calmas, tal vez hasta te ríes y dices: “No era para tanto”.
Y no lo digo para que pienses que ya no debes sentir o sobrerreaccionar, lo digo para que trabajes en tus emociones, para que aprendas a canalizarlas, para que te conozcas y conozcas también toda la gama de emociones que existen, te gusten todas o NO te gusten.
Adicionalmente, la psicóloga nos comparte que cuando dices “estoy enojada”, “estoy triste”, el verbo “estar” en este ejemplo proviene de un estado distinto a “ser”. Tú NO eres esa emoción. En cambio, cuando dices “observo que me siento triste” “observo que me siento enojada”, suena a un reconocimiento, a un momento donde tienes la capacidad de cambiar.
Recuerda, las emociones suceden sin importar que te gusten, sin importar que las critiques, “que las controles” o que las juzgues, las emociones son mensajes para ti, son regalos y es tu responsabilidad aprender a manejarlas.
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